Alvin Toffler, en su obra, La Revolución de la Riqueza acota, cada manera del hombre crear riqueza desarrolla unos paradigmas, creencias e instituciones que le sirven de sustentación e infraestructura. En ese sentido, la sociedad agraria tuvo su tipo de familia, la patriarcal o extendida, valores y normas que le sirvieron de cimiento. Asimismo, la revolución industrial del siglo XIX, construyó la familia nuclear, la escuela, la producción en serie, bancos, etc.
Ahora estamos en una transición. Tenemos una forma de hacer riqueza basada en el conocimiento, pero sin instituciones que les sirvan de sostén.
Antiguamente, el poder se basó en el garrote. Después de la Revolución Industrial, el poder se basó en la riqueza. En la actualidad, el poder se basa en el conocimiento y la información.
No obstante, esta nueva forma de hacer riqueza no ha creado sus instituciones, sus paradigmas, ni sus valores. Tenemos manera nueva de crear riqueza, con paradigmas e instituciones de la revolución industrial.
Por eso hay que quebrar paradigmas, instituciones, creencias y valores viejos, para recrear los nuevos. En palabras del economista Joseph A. Schumpeter, es necesaria «la destrucción creativa». O en las del francés Jacques Derrida, someter todo lo existente al proceso de la deconstrucción.