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¿Quién frustró el debate?

 

Las condiciones parecían propicias para que la Asociación de Jóvenes Empresarios (ANJE), después de una admirable persistencia, lograra su ansiado propósito de hacer realidad la celebración del primer debate presidencial de la República Dominicana.

El motivo por el cual fracasó el esperado debate presidencial en anteriores elecciones, se debió a que el candidato que encabezó, en cada oportunidad, la preferencia del electorado, se negó a participar en el mismo, para no poner en riesgo su potencial triunfo.

Sin embargo, esta vez, el candidato que encabeza ampliamente la intención del voto, sorprendentemente, estuvo decidido a acudir al debate, en el cual pretendía confrontar sus propuestas e ideales con sus distantes adversarios. En ese sentido, la voluntad del candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Luis Abinader, de hacer posible la celebración del primer debate presidencial, debió llenar de optimismo a los jóvenes empresarios que lo promovieron.

No se trató solo de la generosidad del virtual presidente de la República, Luis Abinader, sino de la confianza que este tenía de que derrotaría en el debate tanto al improvisado candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Gonzalo Castillo, como al veterano candidato de la Fuerza del Pueblo y tres veces presidente de la República, Leonel Fernández.

Contrario a sus dos principales adversarios, Luis Abinader se habría presentado al debate con la ventajosa candidez de quien no se encuentra atado al pasado.

En cambio, el delfín del presidente, Danilo Medina, que motivó la irremediable división del PLD, además de exponer, con su peculiar estilo, su programa de gobierno y los planes para enfrentar la actual crisis sanitaria y económica, profundizadas a causa del Covid-19, hubiera tenido que dar muchas explicaciones sobre su dilatada gestión al frente del Ministerio de Obras Públicas, las cuales lo hubieran alejado mucho más del candidato del PRM.

Por su parte, para el expresidente, Leonel Fernández, el tiempo hubiera sido insuficiente para defenderse de la acusación por el grave deterioro de la  institucionalidad democrática, así como para explicar, convincentemente, los niveles de corrupción que caracterizaron sus doce años de gobierno.

Como se puede apreciar, todas las condiciones estaban dadas para que Luis Abinader ganara ampliamente el que hubiera sido el primer debate presidencial dominicano, tal y como lo hizo hace 59 años, en la ciudad de Chicago, el joven y carismático candidato demócrata, John F. Kennedy, frente al experimentado aspirante republicano, Richard Nixon.

En su obra, La cara oculta de los debates electorales, el periodista y sociólogo español, Manuel Campo Vidal, sostiene lo siguiente: “Dondequiera que ocurran, los debates atraen enormes audiencias. ¿Por qué? Porque no hay nada como el espectáculo y la imprevisibilidad de un combate directo y sin guion”.

Al leer la parte in fine de la cita contenida en el párrafo anterior se comprende, claramente, la causa por la que los estrategas del partido de gobierno decidieron negarle a Gonzalo Castillo el permiso para participar en el debate auspiciado por la ANJE. Es que ese imprevisible evento, diseñado para que los candidatos confronten sus ideas y propuestas de gobierno de manera directa y sin guion, hubiera sido la hoguera en la que el candidato del Partido de la Liberación Dominicana se habría consumido antes de las elecciones del 5 de julio.

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