Al margen de cualquier valoración en favor o en contra que se pueda tener sobre el debate que se ha venido escenificando con relación al supuesto pago por parte de la Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) a periodistas y comunicadores criollos, es innegable que no deja de ser interesante y oportuna la ocasión para poner en su lugar algunas situaciones.
Digo esto porque en este país se tiene la mala maña de manejar, retorcer, manipular y esconder verdades de determinados ciclos históricos de manera deportiva, siempre y cuando estén vinculadas importantes figuras que se entiende han jugado un papel importante en cualquier área ya sean estas en el sector público o privado.
Desde luego, todo debate, discusión, información o revelación noticiosa debe hacerse fundamentado en evidencias, documentos y rigor ético para que todo lo que se dé a conocer esté despojado de intencionalidad política, intereses particulares, pasiones y demás bajezas existenciales.
Al parecer en este país eso es sumamente difícil: es más fácil difamar, injuriar, inventar, descalificar y confundir con argumentos altisonantes y hasta groseros sobre el buen nombre y las reputaciones de los demás.
Reflexiones
Ahora bien, los que somos partidarios de un nuevo periodismo, el cual siempre se apoya en el dato y la evidencia y no en la vieja escuela que privilegia el fantasma de la objetividad como verdad absoluta, estamos en deber de hacer algunas reflexiones que pudieran ser oportunas y positivas para arrojar luz a este controversial caso.
En primer lugar, hay que decir que los propagadores de la información que vincula a los periodistas y comunicadores dominicanos de ser receptores de pago por servicios prestados a la USAID no tienen hasta el momento ninguna evidencia concreta. Por lo tanto, no sé porque se inquietan tanto los señalados en medios de comunicación, cuando lo que deben es acudir a los tribunales.
Sin embargo, hay que decir en honor a la verdad que hay tipos de trabajos en esas agencias internacionales que se camuflajean y además son pagados con lo que se denomina “Fondos de inteligencia”, los cuales se entregan a sus ejecutantes en efectivo, no dejan rastro ni se auditan. No digo que este sea su caso, pero que conste en acta.
En segundo lugar, hay que dejar establecido cuál o cuáles de esos señalados ha sido contratado por algunos de esos programas apadrinados por la USAID y Naciones Unidas a través de Participación Ciudadana, Finjus u otra entidad de la Sociedad Civil.
Esto lo decimos porque según un documento filtrado por WikiLeaks en el 2023, la Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos destinó millones de dólares en América Latina y el Caribe para ser utilizados para la propagación de relatos de defensa a la democracia, lucha contra la corrupción, temas electorales, libertad de expresión, censura periodística, a través de las ONG que le sirven de aliados o soportes ideológicos a sus planes estratégicos.
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