El líder

Una faraónica falta de respeto al significado y lo que implica ese término

Desde hace un tiempo vengo escuchando de algunos sectores de la sociedad dominicana definir como líder de la nación o de algún partido político a todo aquel personaje que, por casualidad de la vida, coyuntura u azares del destino; ocupe o haya ocupado la Presidencia de la República Dominicana o la de algún partido político en particular.

Nada más errático y absurdo. Una faraónica falta de respeto al significado y lo que implica ese término, Esa definición es lo que pudiera considerarse una glorificación a la lisonja repugnante de los profesionales de la adulación que siempre están disponibles para el elogio desmedido y ridículo.

En la República Dominicana, y hay que decirlo con dolor, desde la desaparición física del profesor Juan Bosch, doctor Balaguer y el doctor José Francisco Peña Gómez, no se ha vuelto a erigir hasta el momento un liderazgo real. Lo que sí han existido son dirigentes, gestores, activistas, jefes de grupos y supervisores. Más nada.

Desde luego, que se han verificado algunos asomos de líder y liderazgo en el país en este discurrir del siglo XXI, pero en honor a la verdad, ninguno de esos asomos se ha podido aproximar ni alcanzar la dimensión y la estatura de esa trilogía singular a que no referimos.

Pero vamos a poner el tema en contexto. ¿Qué es un líder y el liderazgo político? Veamos. Usualmente el liderazgo político se asocia con la capacidad que tiene una persona de mandar sobre otros y lograr que estos cumplan lo que ese líder pretende; sin embargo, no es un tema de imposiciones entre gobernantes y seguidores, sino la capacidad que tiene un político -con determinadas cualidades- de conducir una nación o entidad política a través de su capacidad de influencia, las propuestas que aporta y las decisiones coherentes que tome.

En este sentido, según el sociólogo alemán Max Weber, un líder es el responsable de guiar a otras personas por el camino correcto para conseguir objetivos específicos o metas que comparten.

Weber afirma, además, que para que un liderazgo consiga esos objetivos y se fragüe un verdadero líder es necesario poseer y modelar de manera concreta cualidades como la credibilidad, honestidad, capacidad de comunicación, ser coherente con los valores, tener entusiasmo, empatía, firmeza, humildad, ser persuasivo y capacidad de trabajar en equipo.

Es por esto y a partir de esto, que el liderazgo es imprescindible en la sociedad, y más aún en tiempos de crisis donde surge la necesidad de un “nuevo liderazgo”, centrado en que el líder actúe como tal y no como un mero gestor.

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