República Dominicana tiene un parque de vehículos de más de 6 millones de unidades, con apenas 11.4 millones de habitantes, lo cual da como resultado un automóvil por cada 1.8 personas.
Solo durante este Gobierno, la cantidad de vehículos en el país ha aumentado en más de 1,239,331 unidades, un incremento superior a 26%.
Las infraestructuras viales de este país, consideradas como una de las mejores de América Latina, resultan insuficientes para la gran cantidad de vehículos que circulan en las horas pico, especialmente en grandes ciudades como el Gran Santo Domingo y Santiago.
A partir de esa realidad que habla muy bien de la fortaleza de la economía dominicana, las autoridades deben enfocar su preocupación para reducir los tapones hacia otras soluciones, entre ellas el establecimiento de horarios diferenciados para las actividades diarias, principalmente en las grandes ciudades.
Es posible lograr que los estudiantes de centros públicos y privados, así como los empleados tengan horarios diferentes, para despejar un poco las vías y disminuir considerablemente los terribles tapones, que restan a los ciudadanos dinero, tiempo y calidad de vida.
Otro punto que he expuesto en varias ocasiones, es incentivar el uso del transporte masivo por la clase media, como el Metro de Santo Domingo. Una forma de lograrlo es con el establecimiento de parqueos públicos en las paradas de ese medio de traslado, aunque haya que expropiar terrenos cercanos a esas estaciones.
Asimismo, urge la sincronización del sistema de semáforos. No deberíamos detenernos en cada esquina de una vía, como sucede, por ejemplo, en la autopista Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez (de San Isidro).
Debemos concentrarnos más en educar y concientizar a los niños y jóvenes sobre la importancia de conducir de forma ordenada y respetuosa, para ir con el tiempo agilizando el tránsito y cuidar la salud física y mental de todos.
A sabiendas de que continuará el crecimiento del parque de vehículos, porque la mayoría de los dominicanos aspira a tener un automóvil, por lo que pueden ser seguir siendo insuficientes las vías terrestres, por más que se construyan y amplíen, se debería reenfocar la visión del país sobre el problema del tránsito, por el bien común.
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