Pocas vivencias en la existencia de un hombre deben tener una intensidad y una significación tan profunda, tan intrínsecamente aferrada a la vida, como la de encontrarse con un ser pequeñito, sea del sexo que fuere, y tomar conciencia de que a partir de ese momento se establece un vínculo indisoluble que representa el hecho de convertirse en padre.
Desde ese preciso instante la propia existencia se convierte en otro tipo de desafío, se toma conciencia de que la vida se multiplica en alguien que dependerá enteramente de uno para crecer, para desarrollarse, para aprender, para convertirse en una persona, con todo lo que ello implica.
De ahí que la paternidad sea posiblemente el más intenso pacto con la vida que un hombre puede establecer y por el que deja de ser enteramente uno para comenzar a pensar por dos.
Ese pacto significa estar pendiente para el resto de los días con el crecimiento, con la protección, con la salud, con la educación, con la felicidad de los hijos.
En el devenir de los tiempos, en la evolución que viven todas las sociedades, la misión de los padres suele ser siempre la misma, pero el desempeño de la paternidad experimenta cambios cada vez más profundos.
La incorporación de las mujeres al trabajo fuera de la casa acarrea nuevas exigencias, los padres ya no son simples proveedores, sino partícipes directos de la crianza, por eso es cada vez más común verlos en los consultorios con sus niños a cuestas, en las reuniones escolares, en múltiples actividades que antes estaban destinadas únicamente a las mamás.
Ese compromiso implica también el cuidado de muchas otras cuestiones, ya no estamos en el mundo en que los padres imponían, sino que ahora están obligados a persuadir, a controlar el uso de las redes sociales, el tiempo dedicado a los juegos electrónicos, que el uso de las computadoras sea para estudiar, y estar atentos a las mil y una tentaciones que el mundo pone en el camino de los hijos, y que se multiplican de manera exponencial con el paso de los días.
Esa inicial explosión de ternura que representa la paternidad y convierte a nuestros padres en abuelos, en personas que siempre estarán presentes en la crianza, en la educación, prestas a malcriar y a consentir, es un proceso que en realidad significa una prolongación del ciclo de la vida.
Nos permitimos compartir el editorial del periódico elcaribe correspondiente al sábado 29 de julio de 2023
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