El gobierno está librando una lucha, en distintos escenarios, para esquivar en lo posible que la marea de la crisis haitiana se traslade a nuestro país, con todas sus implicaciones.
Ha reforzado militarmente la frontera y ha intensificado las redadas y repatriaciones de inmigrantes ilegales haitianos.
En paralelo, ha desplegado en el orden internacional una campaña para concitar la atención sobre esa crisis y procurar una acción en pro de la pacificación y estabilización de Haití.
Teniendo muy claro que el caos de ese país es la mayor amenaza a la seguridad nacional, el presidente Abinader no ha escatimado recursos para crear un registro biométrico-facial de haitianos, una forma de tener un control de los que ingresan legal o ilegalmente.
No obstante este esfuerzo, a contrapelo del interés nacional se mueven los de los malos dominicanos que hacen lucrativos negocios con el tráfico de personas, embarazadas, contrabandistas y de futuros repatriados.
No cesan de llegar a este diario los informes que dan cuenta de militares que cobran “coimas” para dejar pasar por la línea fronteriza, abierta o subrepticiamente, a haitianos ilegales.
Del mismo modo, hasta se habla de que vigilantes de centros de reclusión de haitianos ilegales, antesalas para la repatriación, tienen tarifas de entre 8 y 10 mil pesos para soltar a los detenidos.
Se cuenta que, en un solo día, despacharon 150 haitianos indocumentados, a 10 mil por cabeza.
Un negocio más atractivo que el del famoso Mantequilla, fruto de la cultura del picoteo y los contubernios que se disemina entre gente llamada a proteger los intereses de la patria, ahora en grave peligro.
Una buena tarea de inteligencia debe de disponerse ya para identificar, arrestar y castigar penalmente a todos esos traidores de la Nación, que están estropeando con sus innobles actos la crucial defensa de la soberanía que encabeza el presidente Abinader.
Nos permitimos compartir el editorial del periódico listindiario correspondiente al lunes 3 de octubre de 2022
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