Las Administradoras de Fondos de Pensiones tienen un enorme reto, pues su reputación anda por el suelo, quizás por no entender que administran fondos tan públicos como los que salen del Presupuesto Nacional.
Los ejecutivos de las AFP tienen que entender que están obligados a darle explicaciones oportunas y entendibles a los verdaderos dueños del dinero.
Eso hubiera evitado muchos problemas.
Por ejemplo ahora.
Los fondos de pensiones perdieron en un mes más de ocho mil millones de pesos (superior al presupuesto de muchos ministerios) y tuvo la gente que descubrirlo y quejarse para que entonces se les dieran explicaciones, que por llegar tarde ya se tornan poco efectivas.
Los argumentos técnicos expuesto por las AFP pudieran ser razonables, aunque la explicación de la Superintendencia de Pensiones dio la impresión de que su intención era que nadie lo entendiera. Además de que en cada caso las razones se dieron cuando ya la gente estaba alarmada.
También el malestar se expande, porque tampoco se sabe si la pérdida de más de ocho mil millones implicó algún sacrificio en las ganancias de los administradores de los fondos de pensiones, aunque las razones no sean atribuibles a esas empresas ni a malos manejos financieros.
A las AFP hay que reconocerles que han mantenido buenos niveles de rentabilidad. Tanto así que más del 50 por ciento de los fondos acumulados en las cuentas de los ahorrantes son fruto del rendimiento acumulado de las buenas inversiones.
Pero su relación con los dueños del negocio, los afiliados, ha sido muy cuestionable. Eso les está trayendo un mar de dificultades y pérdida reputacional preocupante.
Solo sacrificios tangibles y un cambio en su visión de la relación con los verdaderos dueños del dinero podrá detener el daño reputacional que han sufrido y están sufriendo las AFP y el sistema de pensiones en general.
El editorial del periódico El Día correspondiente al lunes 14 de marzo de 2022